Sólo aceptando la soberanía del Creador puede uno regresar a Su lado
Si uno no tiene un conocimiento y una experiencia claros de la soberanía de Dios y de Sus disposiciones, su conocimiento del destino y de la muerte será necesariamente incoherente. Las personas no pueden ver claramente que todo esto descansa en la mano de Dios, no se dan cuenta de que Dios lo controla y tiene soberanía sobre ellas, no reconocen que el hombre no puede desechar o escapar de esa soberanía; y así, cuando afronta la muerte, no hay final para sus últimas palabras, preocupaciones y remordimientos. Están cargados con demasiado bagaje, demasiada reticencia, demasiada confusión, y todo esto causa que teman a la muerte. Para cualquier persona nacida en este mundo, su nacimiento es necesario y su muerte inevitable, y nadie puede sobrepasar esta línea. Si uno desea partir de este mundo sin dolor, si uno quiere ser capaz de afrontar la coyuntura final de la vida sin reticencias ni preocupaciones, la única forma es no dejar remordimientos. Y la única forma de partir sin remordimientos es conocer la soberanía del Creador, Su autoridad, y someterse a ellas. Sólo de esta forma puede uno mantenerse lejos de los conflictos humanos, del mal, de la atadura de Satanás; sólo de esta forma puede uno vivir una vida como la de Job, guiada y bendecida por el Creador, una vida libre y liberada, con valor y sentido, honesta y franca; sólo de esta forma puede uno someterse, como Job, a ser puesto a prueba y privado por el Creador, someterse a las orquestaciones y arreglos del Creador; sólo de esta forma puede uno adorar al Creador toda su vida y ganarse Sus elogios, tal como Job hizo, y oír Su voz, verlo aparecerse; sólo de esta forma puede uno vivir y morir felizmente, como Job, sin dolor, sin preocupación, sin remordimientos; sólo de esta forma puede uno vivir en la luz, como Job, pasar cada una de las coyunturas de la vida en la luz, completar sin problemas su viaje en la luz, completar con éxito su misión —experimentar, aprender y llegar a conocer la soberanía del Creador como un ser creado— y morir en la luz, y permanecer por siempre al lado del Creador como un ser humano creado, elogiado por Él.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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