Dios creó al hombre y, desde entonces, siempre ha dirigido la vida de la humanidad. Ya sea proporcionándole bendiciones a la humanidad, dándole las leyes y Sus mandamientos o estipulando las diversas normas para la vida, ¿sabes cuál es el pretendido objetivo de Dios al hacer estas cosas? En primer lugar, ¿podéis asegurar que todo lo que Él hace es por el bien de la humanidad? Sí, podemos. Tal vez creáis que esta frase es relativamente amplia y hueca, pero hablando de forma específica, todo lo que Dios hace es para dirigir y guiar al hombre hacia vivir una vida normal. Ya sea que el hombre observe Sus normas o guarde Sus leyes, el objetivo de Dios es que el hombre no adore a Satanás, que no sea dañado por este; esto es de lo más fundamental y esto fue lo que se hizo en el principio mismo. En ese momento, cuando el hombre no entendió la voluntad divina, Él tomó algunas leyes y normas sencillas e hizo provisiones que cubrieran todo aspecto concebible. Estas son muy sencillas, pero en ellas se contiene la voluntad de Dios. Él aprecia, valora y ama tiernamente a la humanidad. ¿No es este el caso? Sí. ¿Podemos decir, pues, que Su corazón es santo? ¿Podemos decir que Su corazón es limpio? Sí. ¿Tiene Dios algunas intenciones ulteriores? No. ¿Es, pues, este objetivo suyo correcto y positivo? Sí. Es positivo. Independientemente de las provisiones hechas por Dios, su efecto en el curso de Su obra es positivo para el hombre y dirigen el camino. ¿Existen, entonces, algunos pensamientos egoístas en la mente de Dios? ¿Tiene Dios algunos objetivos adicionales en lo que al hombre respecta o quiere usar al hombre de alguna manera? En absoluto. Dios hace lo que dice, y también piensan de este modo en Su corazón. No hay propósito mezclado ni pensamientos egoístas. No hace nada para sí mismo, sino que absolutamente todo es para el hombre, sin objetivos personales. Aunque tiene planes e intenciones para el ser humano, no hace nada para sí mismo. Todo lo que lleva a cabo es puramente para la humanidad, para protegerla, para impedir que se desvíe. ¿No es precioso este corazón? Sí. ¿Puedes ver el más diminuto indicio de este precioso corazón en Satanás? No. ¿Puedes verlo? ¿Puedes? No puedes ver nada de esto en Satanás. Todo lo que Dios hace se revela de forma natural. Al considerar la forma en que Dios obra, ¿cómo lo hace? ¿Toma Dios estas leyes y Sus palabras, y las ata estrechamente a la cabeza de cada persona como el encanto de la argolla de oro, imponiéndoselas a cada hombre? ¿Obra Él de ese modo? No. ¿De qué forma hace Dios, pues, Su obra? Nos guía. Aconseja y alienta. Aquí tenemos una segunda. ¿Alguna más? ¿Acaso amenaza? ¿Se anda con rodeos? No. Cuando tú no entiendes la verdad, ¿cómo te guía Dios? Hace brillar una luz. Bien, hace brillar una luz sobre ti, te dice con claridad que esto no está en armonía con la verdad y lo que deberías hacer. De estas formas en las que Dios obra, ¿qué tipo de relación sientes que tienes con Dios? ¿Acaso te hacen sentir que Dios está fuera de tu alcance? No. Entonces, ¿cómo te hacen sentir? Dios está especialmente cerca de ti, no hay distancia entre vosotros. Cuando Dios te guía, cuando Él provee para ti, te ayuda y te apoya, sientes la amabilidad de Dios, Su respetabilidad, sientes lo hermoso que es, lo cálido. Pero cuando Él te reprocha tu corrupción o cuando Él te juzga y te disciplina por rebelarte contra Él, ¿qué método usa Dios? ¿Te hace reproches con palabras? Sí. ¿Te disciplina a través de tu entorno, de personas, asuntos y cosas? Sí. ¿Qué nivel alcanza, pues, esta disciplina? Hasta el nivel que el hombre puede soportar. ¿Llega Su nivel de disciplina al mismo punto en el que Satanás daña al hombre? No. Dios obra de un modo amable, amoroso, delicado y afectuoso, una manera especialmente medida y adecuada. Su camino no te hace sentir emociones intensas como: “Dios debe dejarme hacer esto” o “Dios debe dejarme hacer aquello”. Dios nunca te da esa clase de mentalidad intensa o sentimientos intensos que hacen las cosas insoportables. ¿No es este el caso? Sí. Incluso cuando aceptas las palabras de juicio y castigo de Dios, ¿cómo te sientes, entonces? Cuando sientes la autoridad y el poder de Dios, ¿cómo te sientes entonces? ¿Sientes la divinidad imposible de ofender de Dios? Sí. ¿Te sientes distanciado de Dios en esos momentos? ¿Te sientes asustado de Dios? No. En su lugar, sientes temerosa reverencia de Dios. ¿Sienten las personas todas estas cosas sólo por la obra de Dios? Sí. ¿Tendrían estos sentimientos si Satanás obrara en el hombre? No. Dios usa Sus palabras, Su verdad y Su vida para proveer continuamente para el hombre, para sostener al hombre. Cuando el ser humano es débil, cuando se siente abatido, ciertamente Dios no habla con aspereza, diciendo: “No te sientas abatido. ¿Por qué estás abatido? ¿Por qué eres débil? ¿Cuál es la razón de que estés débil? Estás tan débil que podrías morirte. Siempre estás tan abatido, ¿de qué te vale vivir? ¡Muérete ya!”. ¿Obra Dios de esta forma? No. ¿Tiene Dios la autoridad de actuar de esta forma? Sí. ¿Pero actúa Dios de este modo? No. La razón por la que Dios no actúa así es por Su esencia, la esencia de la santidad de Dios. Su amor por el hombre, Su aprecio y Su valoración del hombre no puede expresarse con claridad en sólo una o dos frases. No es algo producido por la jactancia del hombre, sino algo que Dios provoca en la práctica real; es la revelación de la esencia de Dios. ¿Pueden todas estas formas de obrar de Dios permitir que el hombre vea Su santidad? En todas estas maneras de obrar de Dios, incluidas Sus buenas intenciones, los efectos que Dios desea lograr en el hombre, los distintos modos que Dios adopta para obrar en el hombre, el tipo de obra que hace, lo que quiere que el hombre entienda, ¿has visto alguna maldad o astucia en las buenas intenciones de Dios? No. No puedes ver mal alguno, ¿verdad? No. Por tanto, en todo lo que Dios hace, todo lo que dice, todo lo que piensa en Su corazón, así como toda Su esencia que Él revela, ¿podemos llamar a Dios santo? Sí. ¿Ha visto el hombre alguna vez esta santidad en el mundo o en sí mismo? Aparte de Dios, ¿la has visto alguna vez en algún hombre o en Satanás? No. De lo que hemos hablado hasta este momento, ¿podemos denominar a Dios como el único y santo Dios mismo? Sí. Todo lo que Dios le da al hombre, incluidas las palabras de Dios, las distintas formas en las que Dios obra en el hombre, lo que Dios le dice al hombre, lo que Él le recuerda al hombre, lo que Él aconseja y alienta, todo se origina en una esencia: todo se origina en la santidad de Dios. Si no hubiera un Dios tan santo, ningún hombre podría ocupar Su lugar para realizar la obra que Él hace. Si Dios hubiera tomado a esas personas y las hubiera entregado por completo a Satanás, ¿habéis pensado alguna vez en qué tipo de condición os encontraríais hoy, los aquí presentes? ¿Estaríais todos aquí sentados, completos e intactos? No. ¿Cómo seríais, pues? ¿Diríais también: “De ir y venir de la tierra, y de andar por la tierra”? ¿Os pavonaríais así, seríais tan descarados y os jactaríais sin vergüenza delante de Dios y hablaríais de un modo tan indirecto? Sí. Sí, lo haríais. ¡Lo haríais cien por cien! ¡Lo haríais absolutamente! La actitud de Satanás hacia el hombre les permite ver que su naturaleza es por completo distinta a la de Dios. Su esencia es por completo diferente de Dios. ¿Qué esencia de Satanás es lo opuesto a la santidad de Dios? Su maldad. La malvada naturaleza de Satanás es lo opuesto a la santidad de Dios. La razón por la que la mayoría de las personas no reconocen que esta expresión de Dios representa la esencia de Su santidad es, enteramente, que viven bajo el dominio de Satanás, en la corrupción de Satanás, dentro del recinto de vida de Satanás. No saben qué es la santidad ni saben cómo definirla. Aun cuando percibas la santidad de Dios, sigues sin poder definirla como tal con alguna certeza. Es una disparidad en el conocimiento de la santidad de Dios por parte del hombre.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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