Las personas tienden a definir a Dios en base a la experiencia
Al comunicar el tema de conocer a Dios, ¿habéis notado algo? ¿Habéis percibido que la actitud actual de Dios ha experimentado un cambio? ¿Acaso es inmutable Su actitud hacia la humanidad? ¿Aguantará Dios siempre así, extendiendo todo Su amor y misericordia indefinidamente al hombre? Este asunto también implica la esencia de Dios. […] Una vez que las personas saben que Él ama a la humanidad, lo definen como un símbolo del amor: no importa lo que hagan las personas, cómo se comporten, cómo traten a Dios o lo desobedientes que sean, nada de esto importa, porque Dios tiene amor, y Su amor es ilimitado e inconmensurable. Dios tiene amor, así que puede ser tolerante con las personas, puede ser misericordioso con ellas, con su inmadurez, con su ignorancia, y con su desobediencia. ¿Son realmente así las cosas? Cuando han experimentado la paciencia de Dios una o más veces, algunos lo tratarán como algo primordial en su propio entendimiento de Dios, creyendo que Él será por siempre paciente y misericordioso con ellos, y que a lo largo de su vida tomarán la paciencia de Dios y la considerarán el estándar de cómo los trata Dios. También hay personas que, al haber experimentado una vez la tolerancia de Dios, lo definirán por siempre así, y esta tolerancia es indefinida, incondicional, e incluso totalmente carente de principios. ¿Son correctas estas creencias? Cada vez que se exponen asuntos de la esencia o del carácter de Dios, parecéis desconcertados. Veros así me enoja un poco. Habéis oído mucha verdad respecto a Su esencia; habéis escuchado, asimismo, muchos temas relativos a Su carácter. Sin embargo, en vuestras mentes, estos asuntos y la verdad de estos aspectos no son más que recuerdos basados en la teoría y en las palabras escritas. Ninguno de vosotros es capaz de experimentar exactamente lo que el carácter de Dios es en vuestras vidas actuales ni podéis ver sencillamente cuál es Su carácter. Por tanto, estáis todos confusos en vuestras creencias, todos creéis ciegamente, hasta el punto de que vuestra actitud es irreverente hacia Dios, y le ignoráis. ¿A qué os lleva este tipo de actitud hacia Él? A sacar siempre conclusiones sobre Él. Una vez adquirís un poco de conocimiento, os sentís muy satisfechos, como si hubierais conseguido a Dios en Su totalidad. A continuación, llegáis a la conclusión de que Dios es así, y no dejáis que se mueva con libertad. Y siempre que Él hace algo nuevo, simplemente no admitís que Él es Dios. Un día, cuando Él diga: “No amo más al hombre; no le extiendo más misericordia; no tengo más tolerancia o paciencia con él; me invaden un desprecio y una antipatía extremos hacia él”, las personas entrarán en conflicto con este tipo de declaraciones desde lo más profundo de sus corazones. Algunos llegarán a decir: “Ya no eres mi Dios; has dejado de ser el Dios al que quiero seguir. Si esta es Tu afirmación, ya no estás cualificado para ser mi Dios, y no necesito seguirte más. Si no me concedes misericordia, no me das amor, no me das tolerancia, dejaré de seguirte. Sólo si eres indefinidamente tolerante conmigo, si siempre eres paciente conmigo, y si me permites ver que eres amor, paciencia, y tolerancia; sólo entonces puedo seguirte, y tener la confianza de continuar hasta el final. Al contar con Tu paciencia y Tu misericordia, mi desobediencia y mis transgresiones podrán ser perdonadas indefinidamente, y yo podré pecar, confesar y ser perdonado, y enojarte en cualquier momento y lugar. No deberías tener Tus propias ideas o conclusiones sobre mí”. Aunque es posible que no pienses de una manera tan subjetiva y consciente sobre este tipo de cuestión, siempre que consideres a Dios una herramienta para que tus pecados sean perdonados y un objeto que usas para obtener un hermoso destino, ya has situado imperceptiblemente al Dios vivo en oposición contra ti, como enemigo tuyo. Esto es lo que veo. Puedes seguir diciendo: “Creo en Dios”; “Busco la verdad”; “Quiero cambiar mi carácter”; “Quiero librarme de la influencia de las tinieblas”; “Quiero satisfacer a Dios”; “Quiero obedecer a Dios”; “Quiero ser fiel a Dios, y cumplir bien con mi deber”; etc. Sin embargo, por hermosas que suenen tus palabras, por mucha teoría que sepas, por imponente y solemne que esta sea, la realidad es que ahora muchos de vosotros ya habéis aprendido a usar las reglas, la doctrina, la teoría dominada para sacar conclusiones sobre Dios, y lo habéis puesto en vuestra contra de una forma totalmente natural. Aunque hayas dominado letras y doctrinas, no has entrado en absoluto en la realidad de la verdad; por tanto, es muy difícil que te acerques a Dios, que lo conozcas y lo entiendas. ¡Esto es patético!
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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