En Mi luz, la gente ve la luz de nuevo. En Mi palabra, la gente encuentra las cosas que disfruta. He venido de oriente, de oriente provengo. Cuando Mi gloria brilla, todas las naciones se iluminan, todo se lleva a la luz, nada permanece en la oscuridad. En el reino, la vida que el pueblo de Dios vive con Él es infinitamente feliz. Las aguas danzan gozosas en las vidas bendecidas de la gente, las montañas disfrutan con el pueblo Mi abundancia. Todos los hombres se esfuerzan, trabajan duro, muestran su lealtad en Mi reino. En el reino ya no hay rebelión, ya no hay resistencia; los cielos y la tierra dependen unos de otros, el hombre y Yo nos acercamos con profundo sentimiento, a través de las dulces felicidades de la vida, apoyándonos unos en otros… En este momento, comienzo formalmente Mi vida en el cielo. La alteración de Satanás ya no existe, y el pueblo entra en el reposo. A lo largo del universo, Mi pueblo escogido vive dentro de Mi gloria, bendecido más allá de toda comparación, no como gente que vive entre personas, sino como un pueblo que vive con Dios. Toda la humanidad se ha sometido a la corrupción de Satanás, y ha bebido hasta la saciedad lo amargo y lo dulce de la vida. Ahora, viviendo en Mi luz, ¿cómo puede uno no regocijarse? ¿Cómo puede uno renunciar a la ligera a este hermoso momento y dejarlo escapar? ¡Eh, vosotros! ¡Cantad la canción en vuestros corazones y bailad gozosos para Mí! ¡Alzad vuestros corazones sinceros y ofrecedlos a Mí! ¡Aporread vuestros tambores y tocad alegremente para Mí! ¡Yo irradio Mi deleite a través de todo el universo! ¡A la gente le revelo Mi glorioso rostro! ¡Llamaré en voz alta! ¡Trascenderé al universo! ¡Ya reino entre la gente! ¡Soy exaltado por el pueblo! Deambulo por los cielos azules de lo alto y el pueblo va caminando junto a Mí. ¡Camino entre la gente y Mi pueblo me rodea! ¡Los corazones de la gente están gozosos, sus cánticos sacuden el universo, agrietan el empíreo! El universo ya no está cubierto de niebla; no hay más barro, no se acumulan las aguas inmundas. ¡Gente santa del universo! Bajo Mi escrutinio mostráis vuestro verdadero rostro. No sois hombres cubiertos de inmundicia, sino santos puros como el jade, sois todos Mis amados, ¡sois todos Mi deleite! ¡Todas las cosas vuelven a la vida! ¡Los santos han vuelto todos a servirme en el cielo, entran en Mi cálido abrazo, ya no lloran, ya no se inquietan, se ofrecen a Mí, vuelven a Mi casa, y en su patria me amarán sin cesar! ¡Nunca cambiarán en toda la eternidad! ¿Dónde está la pena? ¿Dónde están las lágrimas? ¿Dónde está la carne? La tierra muere, pero los cielos son eternos. Me aparezco ante todos los pueblos, y todos los pueblos me alaban. Esta vida, esta belleza, desde tiempos inmemoriales hasta el fin de las eras, no cambiará. Esta es la vida del reino.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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