La canción cristiana más hermosa | Dios ha aparecido en el Este del mundo con gloria
I
Dios hace Su obra a través del universo.
Los atronadores estallidos sin fin en Oriente,
sacuden a todas las denominaciones y naciones.
Es la voz de Dios la que trajo a todos al presente.
Es Su voz la que a todos conquistará.
Ellos caen en esta corriente, y se someten a Él.
Dios hace tiempo reclamó la gloria de la tierra,
y desde Oriente Él la volvió a emitir.
¿Quién no desea ver la gloria de Dios?
¿Quién no espera con ansia Su regreso?
¿Quién no tiene sed de que reaparezca?
¿Quién no añora Su belleza?
¿Quién no vendría hacia la luz?
¿Quién no vería la riqueza de Canaán?
¿Quién no anhela el regreso del Redentor?
¿Quién no admira al Único omnipotente?
II
La voz de Dios debe difundirse por toda la tierra.
Él tiene más palabras para decirle a Su pueblo elegido.
Como un trueno poderoso que sacude montañas y ríos,
Él le habla a todo el universo y a toda la humanidad.
Así Sus palabras se convierten en el tesoro del hombre.
Todos estiman mucho Sus palabras.
Relámpagos van veloces de Oriente a Occidente.
Sus palabras hacen que la gente deteste abandonarlas.
Las palabras de Dios son insondables y traen felicidad.
Todos se regocijan y celebran la llegada de Dios, como un recién nacido.
La voz de Dios atrae a la gente ante Él.
Dios entra formalmente entre los hombres desde ese momento.
Por eso, todos vienen a adorarlo.
Por Su gloria y las palabras que Dios da,
todos vienen ante Él y ven el relámpago de Oriente.
III
Dios ha bajado del “Monte de los Olivos” en Oriente.
Hace tiempo que ha estado en la tierra, ya no como Hijo de Judíos.
Él es el Relámpago de Oriente.
Dios dejó al hombre y ahora reaparece, lleno de Su gloria.
Dios es Aquel que fue adorado antes de las eras,
el bebé abandonado por los israelitas hace tantas eras.
¡Es el lleno de gloria, Dios Todopoderoso de la era presente!
Todo lo que quiere conseguir es esto:
Que todos vengan ante el trono de Dios,
a ver Su rostro y obras, a oír Su voz.
Es el fin y el clímax de Su plan,
y el propósito de la gestión de Dios.
¡Que todas las naciones lo adoren y lo reconozcan!
¡Que todos los pueblos confíen y se sometan a Él!
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
I
Dios hace Su obra a través del universo.
Los atronadores estallidos sin fin en Oriente,
sacuden a todas las denominaciones y naciones.
Es la voz de Dios la que trajo a todos al presente.
Es Su voz la que a todos conquistará.
Ellos caen en esta corriente, y se someten a Él.
Dios hace tiempo reclamó la gloria de la tierra,
y desde Oriente Él la volvió a emitir.
¿Quién no desea ver la gloria de Dios?
¿Quién no espera con ansia Su regreso?
¿Quién no tiene sed de que reaparezca?
¿Quién no añora Su belleza?
¿Quién no vendría hacia la luz?
¿Quién no vería la riqueza de Canaán?
¿Quién no anhela el regreso del Redentor?
¿Quién no admira al Único omnipotente?
II
La voz de Dios debe difundirse por toda la tierra.
Él tiene más palabras para decirle a Su pueblo elegido.
Como un trueno poderoso que sacude montañas y ríos,
Él le habla a todo el universo y a toda la humanidad.
Así Sus palabras se convierten en el tesoro del hombre.
Todos estiman mucho Sus palabras.
Relámpagos van veloces de Oriente a Occidente.
Sus palabras hacen que la gente deteste abandonarlas.
Las palabras de Dios son insondables y traen felicidad.
Todos se regocijan y celebran la llegada de Dios, como un recién nacido.
La voz de Dios atrae a la gente ante Él.
Dios entra formalmente entre los hombres desde ese momento.
Por eso, todos vienen a adorarlo.
Por Su gloria y las palabras que Dios da,
todos vienen ante Él y ven el relámpago de Oriente.
III
Dios ha bajado del “Monte de los Olivos” en Oriente.
Hace tiempo que ha estado en la tierra, ya no como Hijo de Judíos.
Él es el Relámpago de Oriente.
Dios dejó al hombre y ahora reaparece, lleno de Su gloria.
Dios es Aquel que fue adorado antes de las eras,
el bebé abandonado por los israelitas hace tantas eras.
¡Es el lleno de gloria, Dios Todopoderoso de la era presente!
Todo lo que quiere conseguir es esto:
Que todos vengan ante el trono de Dios,
a ver Su rostro y obras, a oír Su voz.
Es el fin y el clímax de Su plan,
y el propósito de la gestión de Dios.
¡Que todas las naciones lo adoren y lo reconozcan!
¡Que todos los pueblos confíen y se sometan a Él!
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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