Como muchos seguidores del Señor Jesús, Yu Fan se centraba en el estudio de la Biblia; lo dejó todo para pagar el precio del sufrimiento por el Señor y buscó servir con fervor al Señor. Pensaba que buscando su fe de esta manera, cuando el Señor regresara la arrebataría definitivamente para llevarla al reino de los cielos.
Cuando Yu Fan predicaba y trabajaba con entusiasmo para el Señor con el fin de cumplir su hermoso sueño, sus compañeros le plantearon esta cuestión: aunque a los creyentes se nos hayan perdonado nuestros pecados, aunque lo dejemos todo y paguemos el precio del sufrimiento por el Señor, seguimos revelando nuestra corrupción en ocasiones, seguimos pecando y oponiéndonos al Señor. Dios es santo, entonces ¿cómo podemos las personas corruptas como nosotros ser dignas de Su alabanza? ¿Estamos cualificados para entrar en el reino de los cielos? Estas preguntas de sus compañeros no hicieron que Yu Fan reflexionara en absoluto, no hasta que conversó con los predicadores de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Fue entonces cuando Yu Fan comprendió los misterios del arrebatamiento. Finalmente, pudo despertar de su sueño y creer firmemente que Dios Todopoderoso era su anhelado Salvador, el Señor Jesús.
Cuando Yu Fan predicaba y trabajaba con entusiasmo para el Señor con el fin de cumplir su hermoso sueño, sus compañeros le plantearon esta cuestión: aunque a los creyentes se nos hayan perdonado nuestros pecados, aunque lo dejemos todo y paguemos el precio del sufrimiento por el Señor, seguimos revelando nuestra corrupción en ocasiones, seguimos pecando y oponiéndonos al Señor. Dios es santo, entonces ¿cómo podemos las personas corruptas como nosotros ser dignas de Su alabanza? ¿Estamos cualificados para entrar en el reino de los cielos? Estas preguntas de sus compañeros no hicieron que Yu Fan reflexionara en absoluto, no hasta que conversó con los predicadores de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Fue entonces cuando Yu Fan comprendió los misterios del arrebatamiento. Finalmente, pudo despertar de su sueño y creer firmemente que Dios Todopoderoso era su anhelado Salvador, el Señor Jesús.
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