Pregunta 4: Decís que el Señor Jesús ha regresado, así que ¿por qué no lo hemos visto? Ver es creer. Si no lo hemos visto, entonces eso quiere decir que todavía Él no ha regresado; lo creeré cuando lo vea. Dices que el Señor Jesús ha regresado, así que ¿dónde está Él ahora? ¿Qué obra está llevando a cabo? ¿Qué palabras ha hablado el Señor? Lo creeré cuando claramente des testimonio de estas cosas.
Respuesta: A“El Señor Jesús ha regresado a la carne”: esta buena noticia ya se ha esparcido por todo el continente chino. El nombre de Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, se ha difundido hasta cada casa en China, ha llegado a cada hogar. Todos lo saben. Ahora se esparce alrededor del mundo, testificando abiertamente que Dios Todopoderoso es la segunda venida del Salvador, el único Dios verdadero que se aparece a los hombres. La verdad que es publicada por Dios Todopoderoso enfrenta el examen escrutador de toda la humanidad. ¡Esto se ha convertido en un hecho público! Pero algunos hermanos y hermanas, puesto que no han visto a Dios encarnado con sus propios ojos, todavía dudan. Dicen: “Si no lo hemos visto, entonces el Señor no ha regresado. Si lo pudiera ver, lo creería”. Las personas que pueden mantener tal punto de vista, tal perspectiva, principalmente no tienen una senda clara en dirección a conocer a Dios encarnado y no saben cómo deberían buscar la aparición de Dios, cómo seguir las pisadas de Dios. No hace daño recordar por qué inicialmente comenzamos a creer en el Señor Jesús. ¿Pudo ser que creímos porque vimos la carne del Señor Jesús con nuestros propios ojos? ¡Claro que no! Todos nosotros creemos en Él por la gracia que Él otorga, por la obra de ser crucificado por nuestra redención y por las palabras que Él pronunció. Veamos otra vez a aquellas personas que vieron al Señor Jesús en la carne al momento en que Él estaba obrando en persona. ¿Creyeron en Él por reconocer realmente que el Señor Jesús era el Mesías que vendría, la aparición de Dios, o sólo por ver al Señor Jesús? En esa época, cuando el Señor Jesús estuvo con los doce discípulos, Él les preguntó a los discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Algunos dijeron Juan el Bautista, otros dijeron Elías, algunos dijeron Jeremías o uno de los profetas. El Señor Jesús entonces preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (ref. Mateo 16:13-16). Aquí vemos, personas de ese tiempo vieron al Señor Jesús o interactuaron con Él, los doce discípulos incluso estuvieron con Él día y noche, pero sólo Pedro reconoció la identidad del Señor Jesús con la ayuda del Padre (ref. Mateo 16:17), otras personas al ver al Señor Jesús “con sus propios ojos” no reconocieron que Él era Dios encarnado. El discípulo Judas, quien había seguido al Señor Jesús por años, de hecho vendió al Señor Jesús por treinta piezas de plata. Si hubiera sabido que el Señor Jesús era el Mesías, ¿se hubiera atrevido a hacer esto? Y los principales sacerdotes, los escribas, los fariseos, ¿no vieron ellos también al Salvador Jesús? Pero, ¿reconocieron que el Señor Jesús era el Mesías? Los hechos de que golpearon y maldijeron al Señor Jesús, que humillaron, se resistieron y condenaron al Señor Jesús, clavándolo finalmente en la cruz, prueban totalmente que aunque frecuentemente veían al Señor Jesús, a pesar de eso no reconocieron que el Señor Jesús era Dios. De esto vemos que las personas conocen a Dios no por ver el rostro de Dios encarnado. La imagen de Dios encarnado no es la senda para que las personas conozcan a Dios. La clave para conocer a Dios es conocer la esencia de Dios, lo que significa conocer la obra, las palabras y el carácter de Dios. Es decir, si una persona puede creer en Dios y seguir a Dios, depende no de si ha visto a Dios encarnado o de cómo entiende la imagen encarnada de Dios, sino que depende de si una persona tiene un corazón que busca a Dios, de si tiene un corazón que teme y obedece a Dios. Si una persona tiene un corazón que busca y obedece, debe ser capaz de conocer a Dios por medio de Su obra y Sus palabras. Porque la obra que Dios lleva a cabo no puede ser realizada por el hombre y las palabras que Dios habla no pueden ser habladas por el hombre. Desde la primera vez que Dios se hizo carne, vemos que la apariencia del Señor Jesús no fue diferente a la de los hombres comunes. Pero Su obra de crucifixión ningún hombre la podía realizar por Él y todas las palabras que Él dijo no podían ser dichas por ningún hombre. Así que, al conocer a Dios no debemos pasar por alto la obra y las palabras de Dios y, especialmente, no debemos examinar la imagen encarnada de Dios como la senda para conocer a Dios. Dios Todopoderoso dice: “Dios es lo más grande en todo el universo; ¿podría pues explicarse plenamente a sí mismo usando la imagen de la carne? Dios se reviste de ella con el fin de llevar a cabo una etapa de Su obra. No hay relevancia en la imagen de la carne, […]. Su aspecto en la carne no tiene consecuencias en Su gestión, y es meramente por el bien de Su obra en aquel tiempo. A pesar de todo, es imposible que el Dios encarnado no tenga un aspecto particular y, por ello, escoge la familia adecuada que determine Su apariencia. Si el aspecto de Dios tuviera un significado representativo, todos los que poseen rasgos faciales similares a los de Él también representarían a Dios. ¿No sería este un enorme error?” (de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”). De las palabras de Dios Todopoderoso sabemos que la imagen de la carne de Dios es común y corriente. No tiene ningún significado representativo. Por supuesto, es aún menos capaz de indicar la esencia de Dios, así que no podemos conocer la identidad de Dios a juzgar por Su imagen en la carne. En resumen, nuestra creencia de que: “No lo hemos visto, así que el Señor no ha regresado; si lo pudiera ver, entonces creería”, es un punto de vista equivocado. No se conforma a la verdad y no se conforma al hecho objetivo.
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