El Relámpago Oriental, Dios Todopoderoso, es la segunda venida del Señor Jesús. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. ¡En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido! Invitamos a quienes buscan la verdad con el corazón a venir aquí y mirar.
Testimonio cristiano | Escapar del molino de rumores (Español Latino)
William, cristiano, conoce por casualidad a unos hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Al reunirse y hablar con ellos aprende un gran número de verdades y misterios que nunca antes había comprendido dentro su fe y se siente muy sustentado en lo espiritual. Sin embargo, luego descubre unos rumores en internet que lo dejan incómodo y confundido: ¿Es posible que la Iglesia de Dios Todopoderoso sea realmente lo que se dice en internet? ¿Debería seguir estudiándola? Y si Dios Todopoderoso es el auténtico regreso del Señor, ¿no perderá la oportunidad de recibirlo si no lo investiga? Con la maravillosa guía de Dios, decide renunciar a sus nociones y continúa investigándolo. Logra entender el principio para estudiar el camino verdadero por medio de la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso, aprende a discernir las mentiras y se asegura de que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Entonces acepta gozoso la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.
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Música cristiana 2020 | La identidad de Cristo es Dios mismo
I
Ya que Dios se hace carne, obra en la identidad de Su carne;
ya que viene en la carne,
entonces termina en la carne la obra que debía hacer.
Ya sea el Espíritu de Dios o Cristo, ambos son Dios mismo
y Él hace la obra que debe hacer
y desempeña el ministerio que debe desempeñar.
Independientemente de cómo lleve a cabo Su obra,
no actuaría de una manera en la que desobedeciera a Dios.
No importa qué pida Él del hombre,
ninguna demanda excede lo que el hombre puede lograr.
Todo lo que Él hace es hacer la voluntad de Dios
y es en aras de Su gestión.
II
La divinidad de Cristo está por encima de todos los hombres;
por lo tanto, Él es la autoridad suprema de todos los seres creados.
Esta autoridad es Su divinidad,
es decir, el carácter y el ser de Dios mismo,
que determina Su identidad.
Por lo tanto, no importa qué tan normal sea Su humanidad,
es innegable que tiene la identidad de Dios mismo;
no importa desde qué punto de vista hable
y la manera en la que Él obedezca la voluntad de Dios,
no puede decirse que no sea Dios mismo.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 16 | "Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra"
La actitud de Dios hacia quienes huyen durante Su obra
Encontraréis este tipo de persona en todas partes: después de haber estado seguras respecto al camino de Dios, por diversas razones se marchan en silencio, sin despedirse, para ir y hacer lo que su corazón desea. Por el momento no nos detendremos en por qué lo hacen. Primero echaremos un vistazo a la actitud de Dios hacia este tipo de persona. ¡Está muy claro! Desde el momento en que se va, a los ojos de Dios su creencia ha llegado a su fin. No la ha acabado el individuo, sino Dios. Que esta persona le dejase significa que ya lo había rechazado, que ya no lo amaba. Significa que no acepta la salvación de Dios. Y si esta persona no quiere a Dios, ¿seguirá Él queriéndola? Además, cuando esta persona tiene esta actitud, esta opinión, y está decidida a abandonar a Dios, ya ha ofendido Su carácter. Aunque no estalló de ira ni maldijo a Dios ni se involucró en conducta vil o excesiva alguna, y aunque esta persona esté pensando: Si llega un día en que ya esté harto de divertirme fuera, o cuando siga necesitando a Dios para algo, volveré. O si Dios me lo pide, regresaré. O dice: Cuando me lastimen en el exterior, cuando vea que el mundo es allí demasiado oscuro y malvado, y ya no quiera seguir su corriente, retornaré a Dios. Aunque esta persona haya calculado en su mente el punto en el que va a volver, aunque haya dejado abierta la puerta para su regreso, no es consciente de que independientemente de cómo piense y planifique, todo esto no son más que ilusiones. Su mayor error es no tener claro cómo se siente Dios cuando ellos quieren marcharse. Empezando por el momento concreto en que la persona se decide a dejar a Dios, Él ya la ha abandonado; ya ha establecido su desenlace en Su corazón. ¿Y cuál es? Que esta persona es uno de los hámsteres, y perecerá con ellos. De modo que las personas ven a menudo este tipo de situación: alguien abandona a Dios, pero no recibe castigo. Dios opera según Sus propios principios. Las personas sólo pueden ver algunas cosas, pero otras sólo se deciden en el corazón de Dios, por lo que ellas no pueden ver el resultado. Lo que las personas ven no es necesariamente el lado verdadero de las cosas; pero el otro lado, el que tú no ves, son los verdaderos pensamientos y conclusiones del corazón de Dios.
Las personas que huyen durante la obra de Dios son los que abandonan el camino verdadero
¿Por qué puede Dios proporcionar un castigo tan grave a este tipo de persona? ¿Por qué está tan enfurecido con ellas? En primer lugar, sabemos que el carácter de Dios es majestad e ira. Él no es una oveja a la que cualquiera puede matar; más aún, no es un muñeco para que las personas lo controlen como quieran. Tampoco es aire que alguien pueda manejar a su antojo. Si crees realmente que Dios existe, debes tener un corazón que teme a Dios y debes saber que no se debe enojar a la esencia de Dios. Este enojo puede ser causado por una palabra, tal vez por un pensamiento o por cierto tipo de comportamiento vil; quizá por un comportamiento apacible, una conducta que sea aceptable a los ojos y a la ética del hombre; o quizás sea causado por una doctrina, una teoría. Sin embargo, una vez que enojas a Dios, has perdido tu oportunidad y han llegado tus últimos días. ¡Esto es algo terrible! Si no entiendes que no se puede ofender a Dios, es posible que no le tengas miedo, y le ofendas constantemente. Si no sabes cómo temer a Dios, eres incapaz de hacerlo, y desconocerás la forma de situarte en la senda para andar en Su camino: temer a Dios y apartarse del mal. Una vez que te das cuenta de ello, puedes tomar consciencia de que a Dios no se le puede ofender y entonces sabrás lo que es temer a Dios y apartarse del mal.
Andar en el camino de temer a Dios y apartarse del mal no tiene que ver necesariamente con la cantidad de verdad que conozcas, con cuántas pruebas hayas experimentado ni con cuánta disciplina hayas recibido. Más bien depende de la esencia de tu corazón respecto a Dios, y de tu actitud hacia Él. La esencia de las personas y sus actitudes subjetivas son muy importantes y fundamentales. En cuanto a quienes han renunciado y dejado a Dios, su actitud despreciable hacia Él y sus corazones que desprecian la verdad han ofendido el carácter de Dios; por tanto, en lo que a Él respecta nunca serán perdonados. Han sabido de la existencia de Dios, han recibido la información de que Él ya ha llegado, han experimentado Su nueva obra. Que ellos se hayan marchado no es un ejemplo de haber sido engañado ni de que se sientan confusos sobre ello. Y menos aún se les ha obligado a ello. Más bien, ellos han elegido dejar a Dios de forma consciente y con una mente clara. Su partida no se debe a que hayan perdido el rumbo ni a que hayan sido abandonados. A los ojos de Dios no son, pues, un cordero descarriado del rebaño, y mucho menos un hijo pródigo que ha perdido su rumbo. Se marcharon con impunidad, y esa condición, esa situación, ofende al carácter de Dios; a partir de esta ofensa, Él les da un desenlace sin esperanza. ¿No es terrible este tipo de resultado? De manera que, si las personas no conocen a Dios, lo pueden ofender. ¡Este no es un asunto baladí! Si alguien no se toma en serio la actitud de Dios, y sigue creyendo que Él está esperando su regreso —porque son uno de los corderos perdidos de Dios, y Él sigue esperando que experimenten un cambio de corazón— esta persona no dista mucho de su día de castigo. Dios no se limitará a negarse a admitirla. Es la segunda vez que ofende Su carácter; ¡es un tema aún más terrible! La actitud irreverente de esta persona ya ha ofendido el decreto administrativo de Dios. ¿Seguirá Él admitiéndola? Los principios de Dios respecto a este asunto son: si alguien ha tenido la certeza de cuál es el camino verdadero, pero sigue pudiendo rechazar a Dios conscientemente y con una mente clara, y distanciarse de Él, Dios bloqueará el camino a su salvación, y la puerta del reino se cerrará para ellos desde ese momento. Cuando esta persona venga a llamar una vez más, Dios no le abrirá de nuevo. La dejará fuera para siempre. Quizás algunos de vosotros hayáis leído la historia de Moisés en la Biblia. Después de que Dios lo ungiese, los 250 líderes no estaban satisfechos con él por sus actos y otras razones diversas. ¿A quién se negaron a obedecer? No fue a Moisés. Se negaron a obedecer las disposiciones de Dios, Su obra respecto a este asunto. Dijeron lo siguiente: “¡Vosotros os hacéis cargo de demasiadas cosas! Viendo que toda la congregación es santa, cada uno de ellos, y que Jehová está entre ellos…”. A los ojos del hombre, ¿son graves estas palabras? ¡No lo son! Al menos su significado literal no lo es. En un sentido legal, no quebrantan ley alguna, porque en apariencia no es un lenguaje, o un vocabulario, hostil, y mucho menos tiene un significado blasfemo. Sólo es una frase corriente, nada más. ¿Por qué desatan entonces semejante furia en Dios? Es porque no van dirigidas a personas, sino a Dios. La actitud y el carácter que expresan son precisamente lo que ofende el carácter de Dios, sobre todo aquello del carácter de Dios que no se debe ofender. Todos conocemos el desenlace final. Respecto a quienes abandonaron a Dios, ¿cuál es su punto de vista? ¿Cuál es su actitud? ¿Y por qué conducen a que Dios lidie con ellos de semejante forma? La razón es que saben claramente que Él es Dios pero siguen eligiendo traicionarlo. Por eso se les despoja por completo de su oportunidad de salvación. Como expresa la Biblia: “Ya que si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, no hay más sacrificio por los pecados”. ¿Os queda esto claro ahora?
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 25 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I"
Dios hice abrigos de pieles para Adán y Eva
(Génesis 3:20-21) Y Adán dio a su esposa el nombre de Eva, porque ella era la madre de todo ser viviente. Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió.
En esta imagen de “Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió”, ¿qué tipo de papel desempeña Él cuando está con Adán y Eva? ¿Bajo qué tipo de papel aparece Dios en un mundo de tan sólo dos seres humanos? ¿Como Dios? Hermanos y hermanas de Hong Kong, por favor responded. En el papel de padre o madre. Hermanos y hermanas de Corea del Sur, ¿en qué tipo de papel pensáis que aparece Dios? Cabeza de la familia. Hermanos y hermanas de Taiwán, ¿qué pensáis? El papel de alguien de la familia de Adán y Eva, de un familiar. Algunos de vosotros pensáis que Dios aparece como un familiar de Adán y Eva, mientras otros dicen que lo hace como cabeza de la familia y otros que como padre o madre. Todas estas respuestas son muy apropiadas. ¿Pero, adónde quiero llegar? Dios creó a estas dos personas y las trató como Sus compañeras. Como único familiar, Él cuidaba de su vida y de sus necesidades básicas. Aquí, Dios aparece como padre o madre de Adán y Eva, y mientras lo hace, el hombre no ve cuán elevado es Dios; no perciba Su supremacía primordial, Su misterio, y especialmente Su ira o majestad. Lo único que ve es la humildad de Dios, Su afecto, Su preocupación por el hombre y Su responsabilidad y cuidado hacia él. La actitud y la forma de Dios en que trataba a Adán y Eva son parecidas a la manera como los padres humanos muestran su preocupación por sus propios hijos. También es la forma como los padres humanos aman, cuidan y se ocupan de sus propios hijos e hijas, de una forma real, visible y tangible. En lugar de ponerse en una posición elevada y poderosa, Dios usó personalmente las pieles para confeccionar ropa para el hombre. No importa si este abrigo de piel se usó para cubrir su modestia o para protegerlos del frío. En pocas palabras, Dios hizo personalmente con Sus propias manos esta ropa, para cubrir el cuerpo del hombre. En vez de realizarlo sencillamente por medio del pensamiento o de métodos milagrosos como las personas imaginan, Él había hecho, justificadamente, algo que según el hombre Dios no podía o no debía hacer. Esto puede ser algo tan simple que algunos no considerarían digno de mencionar ni de pensar en ello; sin embargo, también permite que todos los que siguen a Dios, y estaban antes llenos de vagas ideas sobre Él, adquieran una percepción de Su autenticidad y Su hermosura, y vean Su naturaleza fiel y humilde. Hace que aquellos que son insufriblemente arrogantes, y se creen elevadas y poderosas, inclinen avergonzados su engreída cabeza ante la autenticidad y la humildad de Dios; estas permiten aquí, además, que se vea cuán digno de amor es Él. En cambio, en el corazón de las personas, el Dios inmenso, digno de ser amado y omnipotente es muy pequeño, poco atractivo e incapaz de resistir un solo golpe. Cuando lees este versículo y oyes esta historia, ¿contemplas a Dios con desprecio por hacer algo así? Algunas personas podrían hacerlo, pero otras reaccionarán del modo contrario. Pensarán que Dios es genuino y digno de amor, y que son precisamente la autenticidad y la hermosura de Dios lo que las conmueve. Cuanto más ven el lado real de Dios, mejor pueden apreciar la verdadera existencia de Su amor, la importancia de Dios en sus corazones, y cómo Él está a su lado en todo momento.
En este punto deberíamos vincular nuestra exposición al presente. Si Dios pudo hacer estas diversas y pequeñas cosas por los humanos que creó al principio, y hasta algunas en que nadie se atrevería nunca a pensar o esperar, ¿podría Dios hacerlas para las personas de hoy? Algunos dicen: “¡Sí!”. ¿Por qué? Porque Su esencia y Su atractivo no son falsos. Porque la esencia de Dios existe realmente y no es algo añadido por otros, y sin duda tampoco se modifica con los cambios en el espacio, el tiempo y las eras. La autenticidad y la hermosura de Dios verdaderamente pueden destacar, realizando algo que para las personas sea poco destacable e insignificante, algo tan pequeño que ni siquiera piensan que Él pueda hacerlo. Dios no es pretencioso. No hay exageración, engaño, soberbia, o arrogancia en Su carácter y esencia. Él nunca alardea, sino que ama, muestra preocupación por los seres humanos a los que creó con fidelidad y sinceridad; los cuida y los dirige. Sin importar cuánto de esto puedan apreciar, sentir o ver las personas, Dios está realmente haciendo estas cosas. Saber que la esencia de Dios es así ¿afectaría al amor de las personas hacia Dios? ¿Tendría algún efecto sobre su temor de Él? Espero que cuando entiendas el lado real de Dios te acerques más a Él y seas capaz de apreciar, de forma más patente, Su amor y Su preocupación por la humanidad, y que al mismo tiempo le entregues también tu corazón y dejes de albergar sospechas o dudas hacia Él. Dios lo está haciendo todo para el hombre con discreción, en silencio, por medio de Su sinceridad, Su fidelidad y Su amor. Pero nunca siente temor ni pesar por nada de lo que hace ni necesita que nadie le devuelva nada de ninguna forma, ni tiene intenciones de obtener nada de la humanidad. El único propósito en todo lo que ha hecho es poder recibir la fe y el amor sinceros de la humanidad.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Música cristiana 2021 | ¿Pueden aquellos que no aceptan la nueva obra del Espíritu Santo ver la aparición de Dios?
I
Hasta que Su obra de gestión termine,
la obra de Dios no cesará.
Él siempre ha estado ocupado.
Dios nunca se ha detenido, pero el hombre es diferente.
II
Al obtener solo un poco de la obra del Espíritu,
él la trata como si nunca pudiera cambiar.
Al obtener solo un poco de conocimiento,
no sigue los pasos de Dios a la nueva obra.
III
Al saber poco de la obra de Dios, no puede evitar creer
que Dios siempre será de la forma que ha sido.
Al tener la certeza de una etapa de la obra,
el hombre no acepta la nueva obra,
sin importar quién la proclame.
La nueva obra no pueden aceptar.
Son personas muy conservadoras.
No pueden aceptar nuevas cosas.
Creen en Dios, pero lo rechazan.
Solo los que siguen los pasos del Cordero
hasta el final obtendrán la bendición,
pero los que pierden el camino antes del final,
pero creen que han ganado todo
son incapaces de ver la aparición de Dios.
IV
Interrumpen la nueva obra sin una buena razón,
y siguen creyendo que Dios los llevará al cielo.
Se atienen a la Biblia,
pero sus palabras y actos son horribles,
porque son deshonestos, hacen el mal,
y se oponen a la obra del Espíritu.
V
No siguen el ritmo de la obra del Espíritu Santo,
se aferran a la antigua obra.
Son desleales, se oponen a Dios,
y serán castigados.
¿Acaso hay alguien más lamentable?
Solo los que siguen los pasos del Cordero
hasta el final obtendrán la bendición,
pero los que pierden el camino antes del final,
pero creen que han ganado todo
son incapaces de ver la aparición de Dios.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 36 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II"
Dios debe destruir Sodoma
Génesis 18:26 Y Jehová dijo: Si encuentro en Sodoma cincuenta justos en la ciudad, salvaré todo el lugar por el bien de ellos.
Génesis 18:29 Y volvió a hablarle otra vez, y dijo: Tal vez puedan haber cuarenta ahí. Y Él dijo: No lo haré.
Génesis 18:30 Y le dijo: Tal vez puedan haber treinta ahí. Y Él dijo: No lo haré.
Génesis 18:31 Y dijo: Tal vez puedan haber veinte ahí. Y Él dijo: No la destruiré.
Génesis 18:32 Y dijo: Tal vez puedan haber diez ahí. Y Él dijo: No la destruiré.
Dios sólo se preocupa de aquellos que son capaces de obedecer Sus palabras y seguir Sus mandatos
Los pasajes anteriores contienen varias palabras clave: números. Primero, Jehová dijo que si encontraba cincuenta justos en la ciudad, la salvaría; es decir, que no destruiría la ciudad. ¿Había cincuenta justos en Sodoma? No. Poco después, ¿qué le señaló Abraham a Dios? Dijo: Tal vez puedan haber cuarenta ahí. Y Dios dijo: No lo haré. Después, Abraham sugirió: ¿Tal vez puedan haber treinta ahí? Y Dios dijo: No lo haré. ¿Quizás veinte? No lo haré. ¿Diez? No lo haré. ¿Había realmente diez justos en la ciudad? No había diez, sino uno. ¿Y quién era ese uno? Era Lot. En aquel momento, sólo había una persona justa en Sodoma; ¿pero fue Dios muy estricto o riguroso cuando se llegó a este número? ¡No, no lo fue! Y así, el hombre siguió preguntando, “¿y si hay cuarenta?”, “¿y si hay treinta?”, hasta que llegó a “¿y si hay diez?”. Dios dijo: “Aunque sólo hubieran diez, no destruiría la ciudad; la salvaría, y perdonaría a las demás personas ajenas a estas diez”. Diez habría sido bastante lamentable, pero resultó que, en realidad, ni siquiera había ese número de personas justas en Sodoma. Ves, por tanto, que a los ojos de Dios, el pecado y la maldad de los habitantes de la ciudad eran tales que Él no tuvo otra elección, sino destruirlos. ¿Qué quería decir Dios con que no destruiría la ciudad si hubiera cincuenta justos? Estas cifras no eran importantes para Dios. Lo relevante era si la ciudad contenía o no los justos que Él quería. Con que sólo hubiese una sola persona justa, Dios no permitiría que sufriera daños por Su destrucción de la ciudad. Esto significa que, tanto si Dios fuera a destruir la ciudad como si no, e independientemente de cuántos justos hubiera en ella, para Dios esta ciudad pecadora era maldita y abominable, y debía ser destruida, desaparecer de los ojos de Dios, mientras que los justos debían permanecer. Independientemente de la era, de la etapa del desarrollo de la humanidad, la actitud de Dios no cambia: Él odia el mal, y se preocupa por quienes son justos a Sus ojos. Esta clara actitud de Dios es también la revelación real de Su esencia. Como sólo había una persona justa en la ciudad, Dios no dudó más. El resultado final fue que Sodoma sería inevitablemente destruida. ¿Qué veis en esto? En aquella época, Dios no destruiría una ciudad si había cincuenta justos en ella, o incluso diez; esto significa que Dios decidiría perdonar y ser tolerante con la humanidad, o realizaría la obra de dirección, por unas pocas personas capaces de venerarlo y adorarlo. Dios da mucho valor a las acciones justas del hombre, Él da mucho valor a aquellos que son capaces de adorarlo y a aquellos capaces de hacer buenas obras delante de Él.
Desde los tiempos antiguos hasta hoy, ¿habéis leído alguna vez en la Biblia que Dios comunicara la verdad, o le hablara a alguna persona sobre Su camino? No, nunca. Las palabras de Dios dirigidas al hombre, que leemos, les señalaban a las personas lo que debían hacer. Algunos fueron y lo hicieron, otros no; algunos creyeron, otros no. Es todo lo que había. Por tanto, los justos de aquella época —los que eran justos a los ojos de Dios— eran simplemente los que podían oír las palabras de Dios y seguir Sus mandatos. Eran siervos que llevaban a cabo las palabras de Dios entre los hombres. ¿Podían definirse estas personas como los que conocen a Dios? ¿Se les podía catalogar de personas perfeccionadas por Dios? No. Y así, independientemente de su número, a los ojos de Dios, ¿eran estos justos dignos de ser llamados confidentes de Dios? ¿Se les podía denominar testigos de Dios? ¡Indudablemente, no! Sin duda no eran dignos de ser llamados confidentes y testigos de Dios. Entonces, ¿cómo los llamó Dios? En la Biblia, hasta en los pasajes de la escritura que acabamos de leer, existen muchos ejemplos en los que Dios los define como “Mi siervo”. Es decir que, en ese momento, a los ojos de Dios estas personas justas eran Sus siervos, las personas que le servían sobre la tierra. ¿Y cómo se le ocurrió a Dios este apelativo? ¿Por qué los llamó así? ¿Tiene Dios estándares por los cuales define a las personas en Su corazón? Sin duda los tiene. Él tiene estándares, independientemente de si llama a las personas justas, perfectas, rectas, o siervos. Cuando cataloga a alguien como Su siervo, cree firmemente que esta persona es capaz de recibir a Sus mensajeros, de seguir Sus mandatos, y que puede llevar a cabo lo que mandan los enviados. ¿Y qué lleva a cabo esta persona? Lo que Dios le ordena hacer y llevar a cabo al hombre en la tierra. En ese momento, ¿podía llamarse camino de Dios a lo que Él le pedía al hombre que hiciera y llevara a cabo en la tierra? No. Porque en esa época, Él sólo pedía que el hombre realizara unas pocas cosas simples; pronunciaba unos pocos mandatos sencillos en los que le pedía al hombre tan sólo que hiciera esto o aquello, y nada más. Dios estaba obrando según Su plan, porque en esa época todavía no estaban presentes muchas condiciones, el tiempo no estaba aún maduro, y a la humanidad le resultaba difícil mantenerse firme en el camino de Dios, pues todavía debía empezar a emanar de Su corazón. Dios vio a las personas justas de las que habló, a quienes vemos aquí —bien sea treinta o veinte— como Sus siervos. Cuando los mensajeros de Dios vinieran a estos siervos, serían capaces de recibirlos, de seguir sus mandatos, y de actuar según sus palabras. Esto era precisamente lo que deberían hacer y alcanzar los siervos a los ojos de Dios. Él es juicioso en Sus apelativos para las personas. No las llamó Sus siervos porque fueran como vosotros sois ahora —porque hubieran oído mucha predicación, supieran lo que Dios iba a hacer, entendieran mucho de la voluntad de Dios y comprendieran Su plan de gestión—, sino porque su humanidad era sincera y eran capaces de cumplir las palabras de Dios; cuando Él les mandaba, ellos podían dejar de lado lo que estuviesen haciendo y llevar a cabo lo que Él había ordenado. Y así, para Dios, el otro nivel de significado en el título de siervo es que colaboraran con Su obra en la tierra; aunque no eran los mensajeros de Dios, eran los ejecutores y los implementadores de Sus palabras en la tierra. Veis, pues, que estos siervos o personas justas tenían un gran peso en el corazón de Dios. La obra en la que Él iba a embarcarse en la tierra no podía existir sin personas que cooperaran con Él, y el papel desempeñado por Sus siervos era irreemplazable por Sus mensajeros. Cada tarea que Dios ordenaba a Sus siervos tenía una gran importancia para Él y, por ello, no podía perderlos. Sin la cooperación de estos sirvientes con Dios, Su obra entre la humanidad habría quedado paralizada, con la consecuencia de que el plan de gestión de Dios y Sus esperanzas habrían quedado en nada.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 35 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II"
La promesa de Dios a Abraham
(Génesis 22:16-18) Juro por Mí mismo —dijo Jehová— que porque has hecho esto, y no has retenido a tu hijo, tu único hijo, te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tu simiente tendrá las puertas de sus enemigos; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque has obedecido Mi voz.
Ganar a los que conocen a Dios y son capaces de dar testimonio de Él es el deseo inmutable de Dios
Al mismo tiempo que hablaba para sí mismo, Dios también le habló a Abraham; ¿pero aparte de oír las bendiciones que Él le dio, era Abraham capaz de entender los deseos verdaderos de Dios en todas Sus palabras, en aquel momento? ¡No! Así, en el momento en que Dios juró por sí mismo, Su corazón seguía solitario y afligido. Aún no había una sola persona capaz de entender o comprender lo que Él pretendía o planeaba. En ese momento, nadie ni siquiera Abraham, fue capaz de hablarle en confianza, y mucho menos de cooperar con Él en la realización de la obra que Él debía hacer. Aparentemente, Dios había ganado a Abraham, y a alguien que podía obedecer Sus palabras. Pero en realidad, el conocimiento que esta persona tenía de Dios era poco más que nada. Aunque Él había bendecido a Abraham, Su corazón todavía no estaba satisfecho. ¿Qué significa que Dios no estaba satisfecho? Quiere decir que Su gestión sólo había comenzado, que las personas a las que quería ganar, a las que anhelaba ver, a las que amaba, seguían lejos de Él; necesitaba tiempo, esperar, ser paciente. Y es que, en ese momento, aparte de Dios mismo no había nadie que supiera lo que Él necesitaba, lo que deseaba ganar, o qué anhelaba. Y así, a la vez que se sentía muy entusiasmado, Dios también tuvo pesar en Su corazón. Sin embargo, no detuvo Sus pasos, y siguió planeando el siguiente paso de lo que debía hacer.
¿Qué veis en la promesa de Dios a Abraham? Dios le concedió grandes bendiciones, sencillamente porque él escuchaba Sus palabras. Aunque, en apariencia, esto parece normal, una cosa natural, vemos en ello el corazón de Dios: Él valora especialmente la obediencia del hombre hacia Él y aprecia su sinceridad y entendimiento hacia Él. ¿Cuánto aprecia Dios esta sinceridad? Quizás no entendáis cuánto la aprecia, y es posible que no haya nadie que sea consciente de ello. Dios le dio un hijo a Abraham, y cuando este hijo había crecido, le pidió que se lo ofreciese. Abraham siguió Su mandato al pie de la letra, obedeció Su palabra y su sinceridad conmovió a Dios, quien lo valoró. ¿Cuánto lo valoró Dios? ¿Y por qué lo hizo? En un momento en el que nadie comprendía Sus palabras ni entendía Su corazón, Abraham hizo algo que sacudió el cielo e hizo temblar la tierra, le produjo a Dios una sensación de satisfacción sin precedentes, y le proporcionó el gozo de ganar a alguien capaz de obedecer Sus palabras. Esta satisfacción y este gozo procedieron de una criatura hecha por la propia mano de Dios, y fue el primer “sacrificio” que el hombre había presentado a Dios, el más valorado por Él desde que creó al ser humano. Dios había pasado momentos duros esperando este sacrificio, y lo trató como el primer regalo importante del hombre, a quien Él había creado. Le mostró el primer fruto de Sus esfuerzos y el precio que había pagado, y le permitió ver la esperanza en la humanidad. Después, Dios anheló aún más un grupo de personas como esta que le hicieran compañía, que lo trataran con sinceridad, que cuidaran de Él con sinceridad. Incluso esperó que Abraham perdurara, porque deseaba que un corazón así lo acompañase y estuviese con Él mientras continuaba Su gestión. Independientemente de lo que Dios quisiera, tan sólo era un deseo, una idea, porque Abraham era sólo un hombre capaz de obedecerle, y no tenía el más mínimo entendimiento o conocimiento de Él. Era alguien muy alejado de los estándares de los requisitos divinos para el hombre: conocer a Dios, ser capaz de dar testimonio de Él, pensar igual que Él. Y por tanto, no podía andar con Él. Al presentar Abraham a Isaac como ofrenda, Dios vio su sinceridad y su obediencia, y comprobó que había resistido la prueba que Él le había puesto. Aunque aceptó su sinceridad y su obediencia, seguía siendo indigno de convertirse en el confidente de Dios, en alguien que lo conociera, lo entendiera, y estuviera informado de Su carácter; estaba lejos de pensar como Él y de llevar a cabo Su voluntad. Y así, en Su corazón, Dios seguía estando solo e inquieto; y cuanto más lo estaba, más necesitaba continuar con Su gestión lo antes posible, y poder seleccionar y ganar a un grupo de personas para cumplir Su plan de gestión y lograr Su voluntad cuanto antes. Este era el deseo entusiasta de Dios, que ha permanecido inmutable desde el principio hasta hoy. Desde que creó al hombre en el principio, Dios ha anhelado un grupo de vencedores que camine con Él y sea capaz de entender, comprender y conocer Su carácter. Este deseo de Dios nunca ha cambiado. Independientemente de cuánto tenga que esperar aún, de lo duro que sea el camino que tiene por delante, de lo lejos que estén los objetivos que anhela, Dios nunca ha alterado ni abandonado Sus expectativas para el hombre. Ahora que he dicho esto, ¿sabéis algo del deseo de Dios? Quizás lo que habéis descubierto no sea muy profundo, ¡pero llegará progresivamente!
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
LO QUE DIOS ESPERA PARA LA HUMANIDAD NO HA CAMBIADO
I
Cuando Abraham ofreció a Isaac, Dios vio con claridad su obediencia, su sinceridad y pasó con éxito la prueba de Dios. Él aún no merecía la amistad de Dios, estaba lejos de ser merecedor, y no podía ver Su carácter, aún no entendía a Dios y no hacía Su voluntad. Desde que Dios creó al hombre, ha buscado siempre un grupo de fieles vencedores que conozcan Su carácter para caminar con Él. Siempre lo ha deseado. Siempre ha sido igual. Siempre espera lo mismo.
II
Y Dios sentía en Su corazón ansioso y solitario que tenía que ejecutar rápido Su plan para hacer Su plan de gestión, tenía que elegir y ganarse a los justos para hacer rápido Su voluntad. Dios deseaba esto y lo sigue deseando hoy. Desde que Dios creó al hombre, ha buscado siempre un grupo de fieles vencedores que conozcan Su carácter para caminar con Él. Siempre lo ha deseado. Siempre ha sido igual. Siempre espera lo mismo.
III
No importa cuánto Él espere, no importa cuán duro sea el camino, cuán lejos estén Sus objetivos, Él nunca se rinde, lo que Él espera no cambia, lo que espera para el hombre sigue igual. Y al decir esto, ¿entiendes parte de Su deseo? Quizás aún no entiendes mucho. Pero con el tiempo comprenderás mucho más. Desde que Dios creó al hombre, ha buscado siempre un grupo de fieles vencedores que conozcan Su carácter para caminar con Él. Siempre lo ha deseado. Siempre ha sido igual. Siempre espera lo mismo.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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Música cristiana 2021 | La verdadera materialización de la autoridad del Creador
I
La humanidad y la creación se encuentran en los diseños del Creador.
La humanidad y la creación se encuentran en los diseños del Creador.
Sujetas a Sus obras, las sostiene a Su control.
Revelan las leyes naturales cómo obra y reina Dios.
La batalla por sobrevivir muestra Su supremacía.
El destino de toda creación, el destino de toda creación,
el destino de toda creación muestra que Él tiene el control.
II
En vida o muerte o en todo, la humanidad ve la obra del Creador.
En vida o muerte o en todo, la humanidad ve la obra del Creador.
Declara que mayores son Sus formas de actuar,
superan toda ley y poder terrenal.
Así nada en la creación desafiará Su autoridad.
Lo que ordenó no cambiará.
Todo se postra ante Su ley, mostrando Su autoridad.
Hoy y por la eternidad.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 26 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I"
Dios pretende destruir el mundo con un diluvio y ordena a Noé construir un arca
(Génesis 6:9-14) Estas son las generaciones de Noé: Noé era un hombre justo y perfecto en sus generaciones y Noé andaba con Dios. Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. La tierra también se había corrompido delante de Dios y estaba llena de violencia. Y Dios miró a la tierra, y vio que se había corrompido, ya que toda carne había corrompido sus caminos en la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: el fin de toda carne ha llegado a Mí, porque ellos han llenado toda la tierra de violencia, y por ello los destruiré junto con la tierra. Construye un arca de madera de ciprés; harás cuartos en el arca y la cubrirás con brea por dentro y por fuera.
(Génesis 6:18-22) Pero haré Mi pacto contigo; y entrarás en el arca; tus hijos, tu esposa y las esposas de tus hijos entrarán contigo. Y de cada cosa viviente de toda carne, traerás dos de cada especie dentro del arca, para mantenerlos vivos contigo; serán macho y hembra. De las aves según su especie, y del ganado según su especie, de cada criatura que se arrastre sobre la tierra según su especie, dos de cada clase deben venir contigo, para mantenerlos vivos. Y toma todo lo que se coma, júntalo para vosotros para que os sirva de alimento a ti y a ellos. Y así lo hizo Noé; como Dios le había ordenado, eso hizo.
Después de leer estos pasajes, ¿tenéis ahora un entendimiento general de quién es Noé? ¿Qué tipo de persona es? El texto original dice: “Noé era un hombre justo y perfecto en sus generaciones”. En la mente de las personas modernas, ¿qué tipo de persona es un hombre justo de aquella época? Un hombre justo debía de ser un hombre perfecto. ¿Sabéis si este hombre perfecto es perfecto a los ojos del hombre o perfecto a los ojos de Dios? Sin duda, este hombre era perfecto a los ojos de Dios y no a los de los hombres. ¡Esto es seguro! Y se debe a que el hombre está ciego y no puede ver; sólo Dios ve toda la tierra y a cada persona, sólo Él sabe que Noé es un hombre perfecto. Por tanto, el plan de Dios de destruir el mundo con un diluvio empezó en el instante mismo en que llamó a Noé.
Que llamara a Noé fue una realidad simple, pero la idea principal de lo que estamos hablando —el carácter de Dios, Su voluntad y Su esencia en este relato— no lo es. Para entender estos diversos aspectos de Dios, debemos comprender primero a qué tipo de persona desea Dios llamar y, a través de esto, entender Su carácter, Su voluntad, y Su esencia. Esto es crucial. Por tanto, a los ojos de Dios, ¿qué tipo de persona es este hombre a quien Él llama? Debe ser alguien que pueda escuchar Sus palabras y seguir Sus instrucciones. Al mismo tiempo, debe ser también una persona con sentido de la responsabilidad, alguien que llevará a cabo la palabra de Dios y la tratará como la responsabilidad y el deber que está obligado a cumplir. ¿Debe ser, pues, esta persona alguien que conozca a Dios? No. En aquel tiempo, Noé no había oído gran cosa de las enseñanzas de Dios ni experimentado Su obra en absoluto. Por consiguiente, el conocimiento que tenía de Él era muy limitado. Aunque se dice aquí que caminaba con Dios, ¿vio alguna vez Su persona? ¡La respuesta es definitivamente no! Y es que en aquellos días, sólo los mensajeros de Dios venían a las personas. Aunque podían representarle a Él con lo que decían o hacían, sólo comunicaban la voluntad y los propósitos divinos. La persona de Dios no se revelaba al hombre cara a cara. En esta parte de las escrituras, básicamente, lo único que vemos es lo que este Noé tuvo que hacer y cuáles fueron las instrucciones de Dios para él. ¿Cuál fue, pues, la esencia que Dios expresó aquí? Todo lo que Él hace se planea con precisión. Cuando ve desarrollarse una cosa o una situación, existirá un estándar por el que medirlas a Sus ojos, y este determinará si comienza un plan para lidiar con ellas o para ver cómo tratarlas. Él no es indiferente ni insensible hacia todo. En realidad, es todo lo contrario. Aquí hay un versículo que Dios le dijo a Noé: “el fin de toda carne ha llegado a Mí, porque ellos han llenado toda la tierra de violencia, y por ello los destruiré junto con la tierra”. ¿Afirman las palabras de Dios esta vez, que sólo destruiría a los seres humanos? ¡No! Él declaró que iba a destruir todo lo vivo, lo que tuviera carne. ¿Por qué quería Dios la destrucción? Aquí hay otra revelación del carácter de Dios: a Sus ojos, existe un límite a Su paciencia respecto a la corrupción del hombre, a la inmundicia, la violencia, y la desobediencia de toda carne. ¿Cuál es Su límite? Es como Dios mismo dijo: “Dios miró a la tierra, y vio que se había corrompido, ya que toda carne había corrompido sus caminos en la tierra”. ¿Qué significa la frase “ya que toda carne había corrompido sus caminos en la tierra”? Significa que al llenarse de corrupción el comportamiento de toda cosa viviente y verlo Dios, tuvo que destruirlas, incluidas las que le seguían, las que invocaban Su nombre, las que una vez le sacrificaron holocaustos, las que lo reconocían verbalmente y hasta le alababan. Ese fue el límite de Dios. ¿Hasta qué punto mantuvo Dios, pues, la paciencia con el hombre y la corrupción de toda carne? Hasta el punto en que todas las personas, seguidoras de Dios o incrédulas, dejaron de caminar por la senda correcta y el hombre no sólo estaba corrompido moralmente y lleno de maldad, sino que no había nadie que creyese en la existencia de Dios, y mucho menos que considerara que Él gobierna el mundo, que puede traer luz y el camino correcto a las personas. Hasta el punto de que el hombre despreció la existencia de Dios y no le permitió existir. Una vez que la corrupción del hombre llegó a semejante nivel, Él ya no tendría más paciencia. ¿Qué la sustituiría? Llegarían la ira y el castigo de Dios. ¿No era esto una revelación parcial del carácter de Dios? En esta era presente, ¿sigue habiendo un hombre justo, un hombre perfecto, a los ojos de Dios? ¿Es esta una era en la que la conducta de toda carne sobre la tierra es corrupta a los ojos de Dios? En este día y era, aparte de aquellos a quienes Dios quiere hacer completos, los que pueden seguir a Dios y aceptar Su salvación, ¿no están todas las personas de carne desafiando el límite de la paciencia de Dios? ¿No está lleno de violencia todo lo que acontece a vuestro alrededor, lo que veis con vuestros ojos y oís con vuestros oídos, y experimentáis personalmente cada día en este mundo? A los ojos de Dios, ¿no debería un mundo así, una era así, ser finalizada? Aunque el trasfondo de la era actual sea completamente diferente del de la época de Noé, los sentimientos y la ira de Dios hacia la corrupción del hombre siguen siendo exactamente los mismos que entonces. Él puede ser paciente por Su obra, pero según todos los tipos de circunstancias y condiciones, este mundo tendría que haber sido destruido hace ya mucho tiempo a los ojos de Dios. La situación está muy lejos de la que existía cuando el diluvio destruyó el mundo. ¿Cuál es la diferencia? Esto es también lo que más entristece el corazón de Dios, y quizás algo que ninguno de vosotros pueda apreciar.
Cuando iba a destruir el mundo con el diluvio, Dios llamó a Noé para que construyese un arca e hiciese los preparativos. Dios podía llamar a un hombre —Noé— para que hiciese esta serie de cosas para Él. Pero en esta época actual, Dios no tiene a quien llamar. ¿Por qué? Todos los aquí presentes entienden y conocen probablemente muy bien la razón. ¿Necesitáis que la explique? Decirlo en voz alta podría haceros quedar mal y pondría nervioso a todos. Algunos podrían decir: “Aunque no somos personas justas ni perfectas a los ojos de Dios, si Él nos ordena algo, seguiremos siendo capaces de hacerlo. Antes, cuando Él decía que se acercaba un desastre catastrófico, empezábamos a preparar alimentos y artículos necesarios en un desastre. ¿No se hacía todo esto de acuerdo a las exigencias de Dios? ¿No estábamos colaborando realmente con la obra de Dios? ¿Acaso no pueden compararse las cosas que hicimos con las que Noé llevó a cabo? ¿No es verdadera obediencia actuar como lo hicimos? ¿No estábamos siguiendo las instrucciones de Dios? ¿No hicimos lo que Él dijo, porque tenemos fe en Sus palabras? Entonces, ¿por qué sigue Dios estando triste? ¿Por qué dice que no tiene a nadie a quien llamar?”. ¿Existe alguna diferencia entre vuestras acciones y las de Noé? ¿Cuál es la diferencia? Preparar comida hoy para el desastre fue nuestro propósito. Nuestras acciones no pueden alcanzar “lo justo”, mientras que Noé es un hombre justo a ojos de Dios. Lo que habéis respondido no va demasiado desencaminado. Lo que Noé hizo es materialmente diferente a lo que las personas están haciendo ahora. Cuando él hizo lo que Dios le ordenó no conocía Sus intenciones. No sabía lo que Él quería llevar a cabo. Dios sólo le había dado un mandato, le había ordenado hacer algo, pero sin proporcionarle demasiada explicación, y él siguió adelante y lo hizo. No intentó descifrar en privado los propósitos de Dios ni se resistió a Él, ni tuvo doblez de corazón. Sólo fue y actuó en consecuencia, con un corazón puro y simple. Hizo todo lo que Dios le permitió hacer; obedecerle y escucharle fueron sus convicciones para hacer cosas. Así fue como lidió de forma directa y simple con lo que Dios le encargó. Su esencia, la esencia de sus acciones, fue la obediencia, no cuestionar, no resistirse y, además, no pensar en sus propios intereses personales ni en sus ganancias y pérdidas. Además, cuando Dios dijo que destruiría el mundo con un diluvio, no preguntó cuándo lo haría ni trató de llegar al fondo de ello, y desde luego no le preguntó cómo lo iba a hacer. Simplemente hizo lo que Dios ordenó. Comoquiera que Dios quisiera hacerlo y con el medio que deseara, él siguió al pie de la letra lo que Dios le pidió y, de inmediato, emprendió acción. Lo hizo con la actitud de querer satisfacer a Dios. ¿Lo hacía para ayudarse a sí mismo a evitar el desastre? No. ¿Le preguntó a Dios cuánto faltaba para que el mundo fuese destruido? No. ¿Le preguntó a Dios o acaso sabía cuánto tardaría en construir el arca? Tampoco lo sabía. Simplemente obedeció, escuchó, y actuó en consecuencia. Las personas de ahora no son iguales; tan pronto como se filtra un poco de información a través de la palabra de Dios, tan pronto como las personas sienten una señal de perturbación o de problema, entrarán en acción de inmediato, sin importar lo que pase e independientemente de cuál sea el precio, preparando lo que comerán, beberán, y usarán después, incluso planeando sus rutas de escape para cuando el desastre golpee. Es aún más interesante que, en este momento clave, los cerebros humanos sean muy “útiles”. Bajo circunstancias en las que Dios no ha dado ninguna instrucción, el hombre puede planearlo todo de forma muy apropiada. Se podría usar la palabra “perfecta” para definirlo. En cuanto a lo que Dios dice, cuáles son Sus propósitos, o lo que Él quiere, a nadie le importa ni lo aprecia. ¿No es esa la mayor diferencia entre las personas de hoy y Noé?
En este relato de la historia de Noé, ¿veis una parte del carácter de Dios? Hay un límite para la paciencia de Dios con la corrupción, la inmundicia y la violencia del hombre. Cuando alcance ese límite, ya no será paciente y comenzará Su nueva gestión y Su nuevo plan, empezará a hacer lo que tiene que hacer, revelará Sus hechos y el otro lado de Su carácter. Esta acción suya no es para demostrar que el hombre no debe ofenderle nunca o que está lleno de autoridad e ira; tampoco es para mostrar que puede destruir a la humanidad. Es que Su carácter y Su esencia santa ya no pueden permitir más que esta clase de humanidad viva delante de Él, bajo Su dominio ni tener más paciencia con ella. Es decir, cuando toda la humanidad está contra Él, cuando no hay nadie a quien pueda salvar en toda la tierra, ya no tendrá paciencia para esa humanidad, y llevará a cabo Su plan sin ningún reparo: destruir a este tipo de humanidad. Ese acto de Dios viene determinado por Su carácter. Es una consecuencia necesaria, y una que cada ser creado bajo el dominio de Dios debe soportar. ¿No demuestra esto que, en esta era actual, Dios no pueda esperar a completar Su plan y salvar a las personas que quiere salvar? Bajo estas circunstancias, ¿qué le preocupa más a Dios? Desde luego no la forma en que le tratan o se resisten quienes no le siguen en absoluto o quienes de cualquier modo se oponen a Él ni cómo lo difama la humanidad. Lo único que le preocupa es que quienes le sigan, los que son objeto de Su salvación en Su plan de gestión, hayan sido perfeccionados por Él si han logrado satisfacerle. En cuanto a los que no le siguen, simplemente provee ocasionalmente un poco de castigo para expresar Su ira. Por ejemplo: tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas, etc. Al mismo tiempo, protege firmemente y cuida a quienes lo siguen y están a punto de ser salvados por Él. Este es el carácter de Dios: por un lado puede darles una paciencia y una tolerancia extremas a aquellos a los que pretende perfeccionar, y aguarda por ellos tanto como le es posible; por otro, Dios odia y detesta intensamente a las personas tipo-Satanás, que no lo siguen y se oponen a Él. Aunque a Él no le importa si esta gente tipo-Satanás lo siguen o lo adoran, Él sigue aborreciéndolos a la par que alberga paciencia hacia ellos en Su corazón, y mientras determina el final de esta gente tipo-Satanás también aguarda la llegada de los pasos de Su plan de gestión.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 33 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II"
A Dios no le importa que el hombre sea insensato; sólo pide que sea sincero
En Génesis 22:2, Dios le ordena: “Trae ahora a tu hijo, tu único hijo Isaac, a quien tú amas, y ve a la tierra de Moriah donde lo ofrecerás ahí como holocausto en una de las montañas que te indicaré”. El sentido de Dios estaba claro: le estaba diciendo a Abraham que le entregara a su único hijo Isaac, a quien amaba, en holocausto. Mirándolo hoy día, ¿sigue estando el mandato de Dios en conflicto con las nociones del hombre? ¡Claro que sí! Todo lo que Dios hizo en aquel momento es bastante contrario a las nociones del hombre y a este le resulta incomprensible. En sus nociones, las personas creen lo siguiente: cuando un hombre no creyó, y pensó que era imposible, Dios le dio un hijo, y después de haberlo tenido, le pidió que lo ofreciera; ¡increíble! ¿Qué pretendía hacer Dios en realidad? ¿Cuál era Su verdadero propósito? Le dio un hijo a Abraham incondicionalmente, pero también le pidió que hiciera una ofrenda incondicional. ¿Era esto excesivo? Desde el punto de vista de un tercero no sólo lo era, sino que parecía como querer “buscar un problema donde no lo hay”. Sin embargo, Abraham mismo no opinaba que Dios le estuviera pidiendo demasiado. Aunque tenía algunos pensamientos menores y sospechaba un poco de Dios, seguía estando preparado para hacer la ofrenda. En este punto, ¿ves algo que demuestre que Abraham estuviera dispuesto a ofrecer a su hijo? ¿Qué se indica en estas frases? El texto original dice lo siguiente: “Y Abraham se levantó temprano por la mañana y preparó su asno; tomó dos de sus hombres jóvenes con él y a Isaac su hijo, y partió la madera para el holocausto. Se levantó y se fue al lugar que Dios le había indicado” (Génesis 22:3). “Llegaron al lugar que Dios le había indicado y Abraham construyó un altar ahí; acomodó la madera y ató a Isaac su hijo, colocándolo sobre la madera del altar. Y Abraham estiró su mano y tomó el cuchillo para matar a su hijo” (Génesis 22:9-10). Cuando Abraham extendió su mano, y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, ¿vio Dios sus acciones? Sí; las vio. Todo el proceso —desde el principio, cuando Dios le pidió a Abraham que sacrificara a Isaac, hasta el momento en que el hombre alzó el cuchillo para matar a su hijo— le mostró a Dios el corazón de Abraham, e independientemente de su insensatez, su ignorancia y su malinterpretación anteriores de Dios, en aquel momento su corazón era sincero, honesto; de verdad le iba a devolver a Isaac a Dios, ese hijo que Él le había dado. Dios vio obediencia en él, esa misma obediencia que Él deseaba.
Para el hombre, Dios hace muchas cosas incomprensibles e incluso increíbles. Cuando Dios desea orquestar a alguien, con frecuencia esta orquestación está en desacuerdo con las nociones del hombre y le resulta incomprensible. Sin embargo, esta disonancia e incomprensibilidad son precisamente la prueba y el examen de Dios para el ser humano. Entretanto, Abraham pudo demostrar su obediencia a Dios, que era la condición más fundamental de su capacidad de satisfacer Su requisito. Sólo entonces, cuando Abraham pudo obedecer esta exigencia, cuando ofreció a Isaac, Dios sintió verdaderamente confianza y aprobación hacia la humanidad, hacia Abraham, a quien había escogido. Sólo entonces estuvo Dios seguro de que esta persona que había elegido era un líder indispensable que podría acometer Su promesa y Su consiguiente plan de gestión. Aunque sólo era una prueba y un examen, Dios se sintió satisfecho, percibió el amor del hombre por Él, y se sintió confortado por este como nunca antes. En el momento en que Abraham levantó su cuchillo para matar a Isaac, ¿lo detuvo Dios? Dios no permitió que Abraham ofreciese a Isaac, sencillamente porque no tenía intención de tomar su vida. Así pues, detuvo a Abraham justo a tiempo. Para Dios, la obediencia de Abraham ya había pasado la prueba; lo que hizo fue suficiente, y Él ya había visto el resultado de lo que pretendía hacer. ¿Fue este resultado satisfactorio para Dios? Puede decirse que lo fue, que fue lo que Dios quería, y lo que anhelaba ver. ¿Es esto cierto? Aunque, en diferentes contextos, Dios usa diferentes formas de probar a cada persona; en Abraham comprobó lo que quería ver: que su corazón era sincero, y su obediencia incondicional, y este “incondicional” era precisamente lo que Dios deseaba. Con frecuencia, las personas afirman: “Ya he ofrecido esto, ya he renunciado a aquello; ¿por qué sigue Dios insatisfecho conmigo? ¿Por qué sigue sometiéndome a pruebas? ¿Por qué sigue examinándome?”. Esto demuestra una realidad: Dios no ha visto tu corazón ni lo ha ganado. Es decir, no ha visto la misma sinceridad que cuando Abraham fue capaz de levantar su cuchillo para matar a su hijo con sus propias manos y ofrecérselo a Dios. No ha visto tu obediencia incondicional ni ha sido confortado por ti. Es natural, pues, que Dios siga probándote. ¿No es cierto?
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
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Testimonio cristiano 2020 | Un dibujante ve la luz (Español Latino)
Esta es la historia de un dibujante que espera tener éxito y ser famoso algún día, rodeado de amantes de los cómics que lo admiren y respetado por todos. A tal fin, se afana en pulir sus habilidades y, pese a muchos sacrificios, fracasa una y otra vez. Esto le causa mucho dolor, pero no está dispuesto a rendirse. Se pasa más de tres décadas buscando la fama y la fortuna, lo cual lo agota física y mentalmente. Al aceptar el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días y leer las palabras de Dios Todopoderoso, es cuando comprende que la fama y la fortuna son la manera en que Satanás corrompe a la gente y la lleva a la ruina, y comienza a reflexionar sobre cómo deben vivir las personas y cuáles son realmente el valor y el sentido de la vida. ¿Qué comprende este dibujante, qué aprende y qué inspiración podemos recibir de sus experiencias? Te invitamos a ver Lo que comprendió un dibujante para averiguarlo.
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Testimonio cristiano 2020 | ¿Es lo mismo la fe en la Biblia que la fe en Dios? (Español Latino)
La protagonista, una creyente devota, ansía la venida del Señor. Más tarde, descubre a través de Facebook que la Iglesia de Dios Todopoderoso asegura que el Señor Jesús ya ha regresado. Quiere saber más, pero, como su pastor dice que aquello predicado por la Iglesia de Dios Todopoderoso se aparta de la Biblia y todo lo que así sea es herejía, duda y no se atreve a investigarlo. Después de orar, ella se da cuenta de que la venida del Señor no es un tema menor, no puede dejarse llevar por lo que crea la mayoría. Entonces, decide visitar el sitio de la Iglesia de Dios Todopoderoso y allí encuentra una gran variedad de videos donde se da testimonio de Dios. Las enseñanzas de la Iglesia con respecto a la verdad son prácticas e iluminadoras y logran aclarar la confusión y dificultad que había tenido durante años. También descubre, a través de estos videos, que Dios es el Señor de la creación y que Él tiene todo el derecho de llevar Su obra más allá de la Biblia, por lo que ella se percata del hecho de que tener fe en la Biblia no es tener fe en Dios. Gracias a su investigación, queda convencida de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado y, así, acepta la obra de Dios de los últimos días y decide seguir el camino del Cordero.
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Palabras diarias de Dios | Fragmento 15 | "Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra"
Las personas tienden a definir a Dios en base a la experiencia
Al comunicar el tema de conocer a Dios, ¿habéis notado algo? ¿Habéis percibido que la actitud actual de Dios ha experimentado un cambio? ¿Acaso es inmutable Su actitud hacia la humanidad? ¿Aguantará Dios siempre así, extendiendo todo Su amor y misericordia indefinidamente al hombre? Este asunto también implica la esencia de Dios. […] Una vez que las personas saben que Él ama a la humanidad, lo definen como un símbolo del amor: no importa lo que hagan las personas, cómo se comporten, cómo traten a Dios o lo desobedientes que sean, nada de esto importa, porque Dios tiene amor, y Su amor es ilimitado e inconmensurable. Dios tiene amor, así que puede ser tolerante con las personas, puede ser misericordioso con ellas, con su inmadurez, con su ignorancia, y con su desobediencia. ¿Son realmente así las cosas? Cuando han experimentado la paciencia de Dios una o más veces, algunos lo tratarán como algo primordial en su propio entendimiento de Dios, creyendo que Él será por siempre paciente y misericordioso con ellos, y que a lo largo de su vida tomarán la paciencia de Dios y la considerarán el estándar de cómo los trata Dios. También hay personas que, al haber experimentado una vez la tolerancia de Dios, lo definirán por siempre así, y esta tolerancia es indefinida, incondicional, e incluso totalmente carente de principios. ¿Son correctas estas creencias? Cada vez que se exponen asuntos de la esencia o del carácter de Dios, parecéis desconcertados. Veros así me enoja un poco. Habéis oído mucha verdad respecto a Su esencia; habéis escuchado, asimismo, muchos temas relativos a Su carácter. Sin embargo, en vuestras mentes, estos asuntos y la verdad de estos aspectos no son más que recuerdos basados en la teoría y en las palabras escritas. Ninguno de vosotros es capaz de experimentar exactamente lo que el carácter de Dios es en vuestras vidas actuales ni podéis ver sencillamente cuál es Su carácter. Por tanto, estáis todos confusos en vuestras creencias, todos creéis ciegamente, hasta el punto de que vuestra actitud es irreverente hacia Dios, y le ignoráis. ¿A qué os lleva este tipo de actitud hacia Él? A sacar siempre conclusiones sobre Él. Una vez adquirís un poco de conocimiento, os sentís muy satisfechos, como si hubierais conseguido a Dios en Su totalidad. A continuación, llegáis a la conclusión de que Dios es así, y no dejáis que se mueva con libertad. Y siempre que Él hace algo nuevo, simplemente no admitís que Él es Dios. Un día, cuando Él diga: “No amo más al hombre; no le extiendo más misericordia; no tengo más tolerancia o paciencia con él; me invaden un desprecio y una antipatía extremos hacia él”, las personas entrarán en conflicto con este tipo de declaraciones desde lo más profundo de sus corazones. Algunos llegarán a decir: “Ya no eres mi Dios; has dejado de ser el Dios al que quiero seguir. Si esta es Tu afirmación, ya no estás cualificado para ser mi Dios, y no necesito seguirte más. Si no me concedes misericordia, no me das amor, no me das tolerancia, dejaré de seguirte. Sólo si eres indefinidamente tolerante conmigo, si siempre eres paciente conmigo, y si me permites ver que eres amor, paciencia, y tolerancia; sólo entonces puedo seguirte, y tener la confianza de continuar hasta el final. Al contar con Tu paciencia y Tu misericordia, mi desobediencia y mis transgresiones podrán ser perdonadas indefinidamente, y yo podré pecar, confesar y ser perdonado, y enojarte en cualquier momento y lugar. No deberías tener Tus propias ideas o conclusiones sobre mí”. Aunque es posible que no pienses de una manera tan subjetiva y consciente sobre este tipo de cuestión, siempre que consideres a Dios una herramienta para que tus pecados sean perdonados y un objeto que usas para obtener un hermoso destino, ya has situado imperceptiblemente al Dios vivo en oposición contra ti, como enemigo tuyo. Esto es lo que veo. Puedes seguir diciendo: “Creo en Dios”; “Busco la verdad”; “Quiero cambiar mi carácter”; “Quiero librarme de la influencia de las tinieblas”; “Quiero satisfacer a Dios”; “Quiero obedecer a Dios”; “Quiero ser fiel a Dios, y cumplir bien con mi deber”; etc. Sin embargo, por hermosas que suenen tus palabras, por mucha teoría que sepas, por imponente y solemne que esta sea, la realidad es que ahora muchos de vosotros ya habéis aprendido a usar las reglas, la doctrina, la teoría dominada para sacar conclusiones sobre Dios, y lo habéis puesto en vuestra contra de una forma totalmente natural. Aunque hayas dominado letras y doctrinas, no has entrado en absoluto en la realidad de la verdad; por tanto, es muy difícil que te acerques a Dios, que lo conozcas y lo entiendas. ¡Esto es patético!
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