I
¡Oh, Dios! Tus palabras me han devuelto a Ti.
Me entrenaré en Tu reino noche y día.
Tantas pruebas y dolor, tantas tribulaciones.
Muchas veces lloré y sentí aflicción,
y muchas veces en la trampa de Satán caí.
Pero Tú nunca te separaste de mí.
Me guiaste en la adversidad, me cuidaste en muchos peligros.
Ahora sé que me amas a mí.